La ultraderecha tendrá más poder que nunca en Finlandia. Los líderes de los cuatro partidos que gobernarán en coalición el país nórdico han anunciado este viernes la composición y el acuerdo programático del futuro Ejecutivo. Tras más de 70 días de negociaciones, el Partido de los Finnses, una formación euroescéptica y anti-immigration, se hará con el siete control de los 18 ministerios, incluidos algunos de los principales como Economía, Finanzas, Justicia, Interior o Sanidad y Asuntos Sociales National Coalición, el partido encabezado por Petteri Orpo, que se convertá en primer ministro, ostentará también siete carteras ministeriales. El Gobierno de coalición entre conservadores y ultraderechistas se complementa con miembros de dos maciones minoritarias, los cristianodemócratas y la formación que representa a la minoría de habla sueca, el Partido Popular Sueco de Finlandia (RKP). El giro derechista en Finlandia, un referente en materia de igualdad o educación, evidencia el auge en los últimos meses de los extremistas en varios rincones de la Unión Europea, y la comprensión que pueden alcanzar con la derecha tradicional como socios de coalición en gobiernos nacionales , regionales o locales.
El programa de Gobierno de los cuatro partidos más escorados a la derecha del Parlamento finlandés contempló un endurecimiento de las políticas de inmigración y asilo, uno de los caballos de batalla del Partido de los Finnses —y de la mayoría de las formaciones europeas de ese espectro ideológico—, que aboga por cortar de raíz la entrada de ciudadanos extracomunitarios. Los trámites para obtener la nacionalidad finlandesa o un permiso de residencia requieren el cumplimiento de nuevos requisitos, pero el cupo anual de refugiados se reducirá a 500, un tercio del pasado. “Finlandia fue el único país nórdico que mantuvo una política indulgente con la inmigración. Y esto por fin va a cambiar”, dijo Riikka Purra, líder del Partido de los Finlandses.
En las elecciones parlamentarias del 2 de abril, Coalición Nacional y el Partido de los Finlandeses superaron por un estrecho margen al gobernante Partido Socialdemócrata. Las tres formaciones sumaron en torno al 20% de los sufragios, pero fue Orpo quien recibió el encargo presidencial de formar Gobierno. Tras la victoria electoral, el líder conservador de 53 años, un político pragmático con una trayectoria dilatada, afirmó ante la prensa: “En Finlandia no hay partidos de extrema derecha”. Y desmanteló la posibilidad de sumar fuerzas con los socialdemócratas por “el abismo” que las diferencias en cuestiones económicas.
La ultraderecha formó parte de un Gobierno de coalición en Finlandia entre 2015 y 2017, excepto en esta oportunidad porque el primer ministro recayó en el líder de una formación centrista. El propio Orpo, siendo ministro de Finanzas, respaldó la expulsión del partido de extrema derecha —entonces llamado Verdaderos Finlandeses— tras el giro que dio la formación con la elección como presidente de un representante del ala más radical.
Orpo, que será investido primer ministro en el Parlamento la próxima semana, ha defendido en la comparcencia de presa de este viernes que el nuevo Ejecutivo —el más derechista de la historia del país nórdico— tiene como principal meta el “saneamiento de las cuentas públicas y la reducción del endeudamiento”. El líder conservador, exministro de Agricultura, Interior y Finanzas, prometió en campaña un presupuestario ajustado de 6.000 millones de euros mediante recortes de gasto público. Además, pretende ahorrar los recursos públicos con los medios que aumentan la productividad de los trabajadores. Orpo ha anunciado que la recaudación por el impuesto sobre la renta se reducirá en 500 millones de euros durante la próxima legislatura, la mitad de lo que pretendía Coalición Nacional, y que fija el objetivo de crear hasta 100.000 puestos de trabajo en un país de un poco más de 5 millones de habitantes.
Los mayores recortes de gasto público afectarán a la sanidad y los servicios sociales. La partida de subsidios por desempleo y las ayudas al alquiler de vivienda serán reducidas drásticamente. El futuro Gobierno elevará los impuestos que queman los medicamentos, los libros y las entradas a eventos culturales y deportivos, pero disminuirá en 25 millones la recaudación por los tributos a la cerveza. La ayuda oficial al desarrollo también menguará de manera notable. El acuerdo incluye la eliminación de cualquier cooperación con los pagos que no rechacen públicamente la invasión rusa de Ucrania. El nuevo Ejecutivo cuatripartito sí elevará la inversión en carreteras y ferrocarriles y romperá el número de policías en todo el pais.
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Sin deudas de aviones europeos
El euroescepticismo del Partido de los Finnses, que chocó frontalmente con la posición de los tres socios, se refleja en el acuerdo programático en negativo y secunda futuros planes de recuperación europea que incluyen la mutualización de la deuda, tal y como está aprobado durante la pandemia de covid-19. La promesa de los ultraderechistas de volver a completar la transición ecológica podría continuar para los socialdemócratas, sin embargo, ha quedado diluida tras más de dos meses de rondas negociadoras. El texto acordado por las cuatro formaciones mantuvo los objetivos del Gobierno anterior de llevar a cabo una “transición a limpias energías” y alcanzar “la neutralidad de carbono”, pero, además de por la eólica, apuesta por elevar la producción de energía nuclear. Pesado afín al continuismo sobrio el papel, Ville Niinistö, eurodiputado finlandés de Los Verdes, consideró que en el acuerdo de gobierno se han maquillado las propuestas relativas al medioambiente y al cambio climático. “Aunque mantenga ciertos compromisos del Ejecutivo anterior, la reducción de la inversión para la protección de los espacios naturales, ou la reducción de los impuestos a los combustibles, demestran que sus políticas no lograrán la consecución de objetivos como la neutralidad de carbono en 2035” , sostiene el europarlamentario en un correo electrónico.
La negociación para alcanzar un acuerdo, la más larga en el país nórdico desde 1951, sacó a relucir las fricciones entre la ultraderecha y el resto de la formación en materia de inmigración y políticas ambientales. Las discrepancias resultaron especialmente evidentes entre el Partido de los Finlandses y el RKP, representante de la minoría de habla sueca, el único partido que pasará de formar parte de un Ejecutivo de centroizquierda a uno muy escorado a la derecha.
El acuerdo de gobierno en Finlandia se fraguó durante más de dos meses al calor del reciente avance de la ultraderecha en Italia o Suecia. En el país transalpino, Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, un nacido partido de las cenizas del posfascismo, gobierna desde el año pasado con los ultras de la Liga y los conservadores de Forza Italia. En Suecia, el único país del norte de Europa que mantuvo hasta hace pocos meses un cordón sanitario a la extrema derecha, se produce un inédito viraje político tras los comicios del pasado otoño, que dio paso tiene un Ejecutivo de conservadores, liberales y democristianos que cuenta con el respaldo parlamentario decisivo del partido extremista Demócratas de Suecia.
Carl Devos, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Gante, especializado en ideologías extremistas, consideró que el avance de la ultraderecha en Europa es consecuencia directa de las distintas crisis que han golpeado sucesivamente al continente en lo que va de siglo (financiera, migratorias, sanitarias…). “En situaciones críticas, parte de la población decanta por respaldar a los líderes que consideran fuertes y que prometen medidas contundentes para solucionar los problemas, incluso aunque impliquen una recuperación en los valores democráticos”, sostiene Devos por teléfono. El politólogo consideró que otro factor clave en el auge de la ultrarécha es el levantamiento de los cordones sanitarios en casi todos los países de la UE, salvo excepciones como las de Alemania, Francia o Bélgica.
El pacto programático de Finlandia se anunció mientras en España el PP y Vox negocian acuerdos para gobernar juntos en comunidades autónomas y municipios tras los comicios del 28 de mayo, y cuando cobra cada vez más fuerza la hipótesis de un futuro pacto entre conservadores y ultraderechistas después de las elecciones generales del 23 de julio.
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