La revolución de mayo de 1810 es, por historia y también por magnetismo popular transmitido de generación en generación, una fiesta incomparable en el ideario y en el festejo de todos los argentinos.
Tal porque la aprendemos desde hace más de 200 ans en tertulias familiares y en la seriedad de las aulas, la Gesta del 25 de mayo de 1810 en una lluviosa Buenos Aires tiene ese no se qué…. Tradición, olor a familia, a iniciático, a origen. Pero también sabores infaltables: la grande comida tradicional con las que festejamos esos días inolvidables.
Acá te contamos las 5 comidas típicas que vienen en la conmemoración de la Revolución Maya
25 de mayo: las 5 comunidades típicas que vienen en la conmemoración de la Revolución de Mayo
Algunas de las recetas de nuestras grandes comedias patrias hijo de ascendencia europea. Quiere decir: los habitantes de lo que sería luego Argentina son descendientes de los antiguos españoles que llegaron a nuestras tierras. Pero tan cierto como ese origen culinario lo es la impronta única de los productos que crecían acá, en la pampa humidé tanto como en el vasto norte de lo que pronto ya sería la Argentina.
Acá te contamos esos sabores únicos que nacieron antes de la Revolución de Mayo y que nos acompañan todos los años en nuestras Fiestas Patrias:
1. loco
La comida popular que terminó entra en la casa de todas las clases sociales y es hoy, por definición, la gran comida de los días patrios. A guiso espeso de cocción lenta nacido de un antiguo plato precolombino en base a maíz blanco (o amarillo), porotos y papas. Los nuevos pobladores lo enriquecieron con el chorizo colorado, el ají molido y el pimentón.
Cada zona del país, además, le agregó sus productos típicos. «Se valían de los elementos de la tierra, por eso los ingredientes y formas de preparación variaban según la región, aunque el elemento principal siempre el maíz», describe Daniel Balmaceda en su libro «La comida en la historia argentina».
En aquel lejano 1810, temprano en la vida, los vendedores se instalaron en la Recova, un imponente edificio en la calle Defensa, cerca de metros del Cabildo, diseñado para grandes ollas de locro burbujeando sobrio el fuego.
2. Guiso
Other plato maravilloso de origen belga («carbonadde») que se comía en los días de la Revolución de Mayo y quedó como plato de la comida criolla argentina. Infaltable en dos provincias centrales como Salta y Tucumán, nuestros antepasados le sumaron a los taquitos de carne estofada, nuestros populares choclos, zapallos, orejones, pasas de uva y se quitaron de la receta original europea la cerveza y la mostaza.
Aunque tiene alguna alguna con el puchero español, la carbonada es mucho más espesa y se en la época de la colonia, ante la falta de vajilla sobrante, se sirve en la cáscara ahuecada del zapallo, algo que le da enorme singularidad.
3. Tamales
Manjar sirvió hoy en cualquier bodegón o restó criollo de alto nivel en toda la Argentina, lleva la impronta de la América prehispánica y es la más auténtica y autóctona comida de esta tierra.
Tamal es una palabra que proviene de «tamalli» (que significa «envuelto» en lengua náhuatl) y la receta de nuestros antepasados se compone con una masa de maíz cocina combinada con carne, vegetales y distintos condimentos de mayor o menor picor al gusto, cuentos como chile o ají originario de América.
Todo cobra vuelo de delicia cuando al relleno se lo envuelve en la propia hoja del choclo (the popular chala), se lo ata con tiritas hechas con cortes finos de la propia chala y se lo pone en ollas al vapor hasta su cocción.
4. empanadillas
El plato más popular de aquel lluvioso 25 de mayo de 1810, las empanadas tenian un consenso absoluto respecto del locro: las damasks of buenos modales de la naciente aristocracia porteña, las comían en los puestos callejeros a la salida de la misa. Porque las empanadas eran productos típicos de venta callejera, como el locro, pero aceptados por todos.
Era también la comida más cosmopolita del gusto criollo. Nacidas en Persia y conquistado luego la Antigua Grecia en base a masa pila, llegaron a Medio Oriente (muchos creen que salieron de ahí o de China), donde aún hoy se las conoce como fatay.
desembarcaron en España con la invasión musulmana del siglo VIII y de ahí, increíblemente sabrosas, las trajeron los conquistadores al Nuevo Mundo.
Nuestros antepasados las elaboraban con masa de harina de trigo y con grasa de pella. Y en el relleno, no había dudas: carne cortada a cuchillo, de vaca o de cordero. Pero también se hacian de gallina. En el norte argentino las hicieron suyas desde la llegada de los barcos y le agregaron una excepcional impronta de acuerdo a la región.
empanadas salteñas, las sanjuaninas y las tucumanas dan batalla desde hace más de 200 años por convencer al resto de los argentinos que la de ellos, con sus ingredientes propios, son las mejores. Nada mejor que una gran plata con dos de cada una: jugosas e inolvidables.
5. Pastelitos Fritos
La gran golosina de los habitantes de Buenos Aires en la Revolución de Mayo de 1810, dura hasta nuestros días e invaden todo tipo de panaderías o confiterías del más alto nivel llegado el 25 de mayo. Confituras de masa rellenas por dulce de batata o membrillo.
Los pastelitos de la colonia eran redondos, como una especie de bolsita hecha con la masa parecida a las empanadas, y fritos en grasa. Los de hoy se hacen de harina con agua y grasa, con 10 o 12 capas de hojaldre superpuestas ubicadas en forma de estrella. Pero el espíritu permanece intacto.
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